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Recolectar y conservar las semillas

El otoño es tiempo de semillas. Recolectarlas y conservarlas para después plantarlas es una forma activa y gratificante de poner a los niños en contacto con la naturaleza.

Cabezas de semillas de eneldo listas para ser recolectadas. Abajo, un puñado de semillas de cebolla. Copyright: Kirsty Hall y Chiot’s Run

Obtener semillas de las plantas para luego plantarlas permite enseñar a los más pequeños el ciclo fundamental de la vida. El otoño es un buen momento, y aunque muchas plantas son híbridos y no producen semillas, la mayoría sí lo hacen. 

Las semillas pequeñas se recogen directamente de las flores con la ayuda de un sobre o una bolsa de papel. Debes conservarlas en un sitio seco y cálido.
Lo primero que hay que enseñar a los niños es a recoger las semillas. Para que luego puedan germinar sin problemas deben recolectarse cuando hayan alcanzado la madurez, que es cuando se desprenden sin dificultad. La recolección es sencilla y se procede según el tamaño de las semillas:

Las semillas pequeñas se recogen directamente de las flores, que cuando están marchitas, se cortan, se atan en ramilletes, se cuelgan en un lugar cálido para dejarlas secar y se sacuden de vez en cuando para ir desprendiéndolas. En otros casos, se recogen directamente de la planta dentro de un sobre o una bolsa de papel.

Las semillas encerradas dentro de un fruto suelen estar ya completamente desarrolladas antes de que este madure, como es el caso de los frutos secos en general y de las manzanas, peras, melocotones, etcétera. Si se trata de castañas, bellotas o avellanas, por ejemplo, basta con guardarlas en un lugar fresco y seco. Si el fruto es carnoso hay que secarlo primero en un sitio cálido y aireado para luego extraer la semilla. Una vez recogidas las semillas conviene seleccionarlas para eliminar las que tengan malformaciones o no parezcan sanas.

Dos formas de romper el letargo

Muchas especies necesitan un tratamiento previo para romper la latencia y poder germinar. Existen básicamente dos métodos:

• Estratificación: Si el clima es fresco o frío se puede hacer de forma natural poniendo en una caja capas de semillas y sustrato (mezcla de arena y turba, mitad y mitad) y dejándola a la intemperie. Otra forma es con arena o turba en un recipiente cerrado, o una bolsa de plástico, dentro del frigorífico durante un mes y medio como mínimo. En cuanto empiecen a brotar, o transcurrido el tiempo fijado, deben sembrarse.

• Escarificación: El letargo de algunas semillas se debe a que poseen una cáscara externa impermeable, que hay que rajar o erosionar. Las semillas escarificadas no aguantan mucho tiempo almacenadas, por lo que se deben llevar a la tierra pronto.

La siembra suele ser en primavera, aunque a mitad del invierno ya se pueden iniciar los semilleros, pero a cubierto, junto a una ventana soleada o la calefacción. 

Información relacionada:

• Jardinería con niños: sembrar en semilleros, Verde es Vida nº 49, págs 48-49 (ver en la web)

 

  • Cómo conservar las semillas
    Cómo conservar las semillas

    Una vez recolectadas, las semillas limpias deben ponerse a secar para que pierdan humedad y evitar así la formación de hongos. Luego, lo mejor es guardarlas en un bote de cristal con tapa o en una bolsa cerrada (tipo zip), con algodón y gel de sílice, que captura la humedad ambiente y evita que se pudran. También es una buena idea añadirles un fungicida en polvo como a los bulbos.

    Se etiquetan con su nombre y la fecha de recolección. Lo mejor es mantenerlas en un lugar seco y oscuro hasta el momento de sembrarlas.

    Se recomienda usarlas antes de dos años, pues con el tiempo pierden su poder germinativo.

Reportaje completo nº 56 >> página 57