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¿Qué les pasa a tus palmeras?

Kentias, arecas y chamaedoreas son las palmeras más cultivadas en interiores por la belleza y elegancia de sus palmas. No exigen grandes cuidados, especialmente la areca y la chamaedorea; sin embargo, a veces aparecen manchas en los foliolos, colonias de cochinilla algodonosa o, lo que es peor, puntas secas y encrespadas. Estos síntomas revelan errores de cultivo o falta de cuidados adecuados.

Una kentia en el salón. Esta elegante palmera de hojas verde oscuro necesita mucha humedad ambiental. Abajo, la hoja de una Chamaedorea con manchas provocadas por hongos. Copyright: Oficina Holandesa de Flores y Mille d’Orazio

Una palmera sujeta a las siguientes condiciones de cultivo será menos propensa a enfermar y se verá bella muchos años:

• Un ambiente húmedo y bien ventilado. Kentias (Howea forsteriana), arecas (Dypsis lutescens o Chrysalidocarpus lutescens) y Chamaedorea elegans son de origen tropical —la primera, de una isla del este de Australia; la segunda, de Madagascar; la tercera, de Centroamérica—, por lo tanto necesitan una atmósfera más húmeda de lo que es habitual en el interior de las casas en España, especialmente en los meses en que funciona la calefacción. La falta de humedad produce desecación de los extremos de los foliolos. Es preciso humidificar diariamente el follaje con pulverizaciones de agua. El riego no compensa la falta de humedad ambiental.

Las palmeras de interior pueden vivir muchos años y ofrecer toda su belleza siempre que se les brinde un ambiente húmedo y luminoso, el riego adecuado y abono específico.
• Fuera del sol directo. Deben vivir en un sitio luminoso, pero a resguardo de los rayos del sol, que producen quemaduras en las palmas. El exceso de luz amarillea el follaje. Pueden cultivarse en lugares poco luminosos, pero la falta de luz las hace más propensas a las plagas.

• Una temperatura templada. No llevan bien las temperaturas que bajen de 10 grados (-1º, USDA 10-11). Pero del mismo modo deben mantenerse alejadas de los radiadores. En primavera se pueden sacar al aire libre, pero a resguardo del sol y el viento.

• Riego sí, pero sin encharcar. Necesitan bastante agua (si es templada y no calcárea, mucho mejor); deben regarse una o dos veces por semana durante los meses de actividad vegetativa y cada 15-30 días cuando están en reposo. Lo mejor es esperar a que se seque un poco (no del todo) el sustrato antes de volver a regar. El exceso de agua y su acumulación en el fondo del tiesto propician la aparición de enfermedades fúngicas, que muchas veces se manifiestan como manchas en las hojas; esto es aun más crítico en invierno. Ahora bien, la falta de agua, especialmente en verano, resulta letal: el cepellón no debe secarse.

• Abono para palmeras. Agradecerán un aporte de fertilizante específico para palmeras cada dos semanas de marzo a octubre.

LOS ENEMIGOS DE LA BELLEZA

• Puntas secas

La presencia de puntas secas en los extremos de los foliolos puede ser causa de la sequedad ambiental, pero también del roce de una pared o de las personas al pasar.

• Cochinilla algodonosa

Aparece sobre todo en el envés y las axilas de los foliolos provocando decoloraciones y un desagradable efecto. Se controla pulverizando con agua con unas gotas de jabón o un insecticida.

• Araña roja

Medra gracias a la sequedad ambiental y el calor. Suele asentarse en el envés de las hojas, donde teje fi nísimas telas. Se previene humidificando las palmas por las dos caras. Si la plaga está extendida, fumigar con un acaricida.

• Thrips

Los descubrirás en el envés y las axilas de los foliolos. Estos pequeños insectos con aspecto de piojo pican las hojas para alimentarse de los fluidos celulares a la vez que introducen una enzima que deja unas características cicatrices plateadas. Proliferan gracias a la sequedad ambiental y se reproducen rápidamente. Se controlan humidificando las palmas por las dos caras. Si la infestación es grande aplica un insecticida específico (pregunta en tu centro de jardinería).
 
• Manchas por hongos
El exceso de riego puede provocar la aparición de patógenos que se manifiestan en antiestéticas manchas en las hojas, generalmente circulares u ovales, muy oscuras y con un halo amarillento (en la foto de la derecha, en la palma de una Chamaedorea elegans). Estos hongos pueden ser del género Cylindrocladium (o Calonectria), Exserohilum rostratum (o Setosphaeria rostratum), Helminthosporium (o Bipolaris setariae); en arecas y chamaedoreas, también Gliocladium vermoeseni.
 
• Manchas por falta de potasio 
La carencia de potasio (K) se revela en forma de pequeñísimas manchas generalmente en las hojas más viejas. En la kentia suelen ser puntos necrosados, amarillos o no; en las arecas, los primeros síntomas son manchitas traslúcidas anaranjadas o amarillas, a veces acompañadas de puntos necróticos; en una fase más avanzada, las puntas de los foliolos se ven descoloridas y encrespadas, lo cual puede confundirse con falta de agua; no afecta la base ni los tallos. Esta carencia de potasio puede estar inducida por un desequilibrio por exceso de nitrógeno (N), pero también por su rápida eliminación con el agua de riego. La renovación periódica del sustrato y un abonado apropiado corregirán esta deficiencia.

 Información relacionada:

Palmeras: el símbolo del trópico, Verde es Vida nº49, página 22 (ver).

• Ficha Livistona australis, Verde es Vida nº65, página 44 (ver).

Plantas purificadoras: aire limpio dentro de casa, Verde es Vida nº61, página 34 (ver)

 

  • La importancia del trasplante
    La importancia del trasplante

    Cada dos años, las arecas y chamaedoreas deben ser cambiadas de tiesto con la renovación del sustrato que ello conlleva. Caso contrario, las raíces pueden sufrir por falta de espacio y provocar la muerte de algunas palmas. Debes hacerlo entre mayo y junio, época en que emiten raíces con mayor profusión, lo que contribuye a un rápido arraigo.

    En el caso de las kentias, que son de crecimiento muy lento, el trasplante se aconseja solo si es imprescindible: sus frágiles raíces sufren con estas operaciones.

    • Si el ejemplar es muy grande es importante que alguien te ayude.

    • Ata las palmas para que no se quiebren en el proceso y protégelas.

    • Humedece un poco el cepellón (solo un poco, no debe saturarse de agua) para que te resulte más fácil extraerla del tiesto. Debes procurar que el cepellón no se deshaga; esto es crucial sobre todo en el caso de la kentia, cuyas raíces delicadas no pueden quedar expuestas al aire.

    • Es importante la calidad y textura del sustrato. Ha de ser rico, suelto y con buena capacidad de drenaje. Una buena mezcla es mantillo de hojas, sustrato universal y arena, en partes iguales. Coloca en el fondo de la maceta una capa de guijarros para favorecer el drenaje.

    • Los tiestos de terracota son los más apropiados por su porosidad.

Reportaje completo nº 64 >> página 52