Aves insectĂvoras: una dieta que ayuda a equilibrar el jardĂn
Las aves insectívoras son aquellas cuya dieta se compone mayoritariamente de insectos y otros invertebrados. Juegan un papel esencial en el equilibro de los ecosistemas, por lo tanto, si las atraemos a nuestro huerto o jardín, no solo nos deleitarán con sus coloridos plumajes, bellos cantos y curiosos comportamientos, sino también contribuirán al control de plagas: son un verdadero 'insecticida natural'.

Texto_ Leire Paz Leiza, bióloga
Se trata de un grupo diverso en cuanto a formas, taxonomía y estrategias vitales: suelen ser de pequeño tamaño y presentan un pico más bien fino, adaptado a capturar eficazmente sus presas.
Como en la estación fría la disponibilidad de insectos disminuye, algunas especies pasan el invierno en África y vuelven en la estación cálida para criar en nuestras latitudes. Es el caso de las golondrinas (“negritas y vivarachas” las describía Juan Ramón Jiménez) y sus parientes los aviones, que llegan con la primavera e incansablemente surcan el cielo dando caza a sus presas en vuelo. Con sus alas largas y puntiagudas, estas elegantes aves son unas auténticas acróbatas del aire y se estima que una sola de ellas puede ingerir hasta mil mosquitos al día. Además, si tienes la suerte de tener un nido de golondrina o una colonia de avión común bajo el alero o alguna cornisa de tu casa —es precioso ver cómo se afanan en construir y arreglar sus nidos, hechos de barro, cual hábiles alfareras—, has de saber que los excrementos de las aves insectívoras son un abono excelente para las plantas.
De la familia de los papamoscas es el colirrojo tizón, que acecha de manera similar desde algún oteadero prominente, aunque prefiere dar caza a sus presas en el suelo. Tiene un vuelo amariposado y acostumbra a posarse con la figura erguida mientras agita su roja cola. Es habitual en zonas urbanizadas, donde puede criar sobre oquedades o repisas en los edificios: se detecta rápidamente por su reconocible canto, que incluye un carraspeo áspero muy particular.
Los de canto melodioso
El canto del chochín es también inconfundible, un trino limpio que recuerda al de un canario, y sorprende lo sonoro y audible que es proviniendo de un pájaro tan pequeño, pues, con apenas 10 gramos de peso, se trata de una de las especies de menor tamaño de nuestra avifauna. Este huidizo insectívoro busca la protección de la espesura y cuando se pone alerta levanta su pequeña cola en ángulo recto antes de internarse en ella. Aprovechando alguna cavidad a baja altura en muros, tocones o similares, construye cuidadosamente su nido en forma de esfera, a base de musgo, hierba y otros materiales suaves.
El petirrojo también suele andar por el suelo en busca de invertebrados y tiene un canto muy melodioso y característico, pero a diferencia del minúsculo chochín, es muy confiado y es frecuente que se nos acerque mientras estamos ocupados en nuestras tareas de desherbado, laboreo o removiendo el compost, incluso renovando la tierra a nuestras macetas: está esperando a que se descubra alguna larva, gusano o cualquier otro delicioso bichito para dar buena cuenta de él.
Los túrdidos como el mirlo y el zorzal común, de aflautados cantos, al ser de mayor tamaño, se alimentan de invertebrados más grandes como los caracoles y babosas que afectan a muchas plantas del jardín. El zorzal, concretamente, muestra predilección por los caracoles, cuya concha rompe golpeándolos con precisión sobre una piedra o rama (como se ve en la foto de abajo).
Una dieta de 150 larvas al día
El trepador azul y el agateador común son unos inquietos y esquivos insectívoros forestales, habituales en parques y jardines, que, al igual que los pícidos o pájaros carpinteros, extraen bajo la corteza de los árboles larvas de xilófagos, arañas y otros invertebrados.
Mucho más conspicuos son el herrerillo común y el carbonero común: vistosos, activos, ruidosos y muy proclives a ocupar cajas nido, entre sus presas se encuentran orugas de lepidópteros, que producen daños en el huerto y el jardín. Si uno de estos pajaritos ingiere, como se calcula, más de 150 larvas al día, ¡imaginad la de insectos que puede llegar a consumir durante la ajetreada época de cría de sus polluelos!
Comederos y bolas de sebo en el jardín
Algunas aves insectívoras completan su dieta con bayas, frutos y semillas, por lo que puedes ayudarlas a alimentarse, sobre todo en invierno, instalando un comedero o colgando bolas de sebo. Así conseguirás que se acostumbren a acudir a tu huerto o jardín para que en primavera y verano se coman los insectos que atacan a tus plantas. Hay alimentadores sencillos que consisten en una bandeja sobre un poste; contenedores colgantes en forma de tubo o bolsa de red; cómodos dispensadores automáticos que resultan accesibles a los pájaros. Es importante situarlos fuera del alcance de los gatos y las ardillas.
Puedes suministrarles frutos secos (sin sal), trozos de fruta fresca, arroz cocido, queso rallado, manteca o algo de pan, aunque lo más adecuado son las mezclas de semillas preparadas, en especial las que contienen granos de diferentes tamaños y comida blanda de alto contenido en grasa, de modo que cada ave tome el alimento que le convenga según la morfología de su pico. También es importante brindarles agua.
En los centros de jardinería encontrarás comederos y benederos de muchos modelos y tamaños, así como alimento.
Fotos de arriba: Shutterstock; Anita Gould; Corine Bliek; Becky Matsubara; Caroline Legg
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