DE CINE
La luz fugitiva
de los membrillos
Se trataba, sin necesidad de buscar un argumento, de acudir
cada día, provistos de los útiles de trabajo, a una cita junto
al árbol en el estudio del pintor enMadrid. El resultado: una
película de gran belleza,
El sol del membrillo,
elegida la me-
jor de los años 90 por las principales filmotecas del mundo.
La labor de pintar el paso fugitivo del sol por los membrillos
se convertiría en una tarea quimérica. La rápida transfor-
mación de la luz hacía imposible la captura de ese instante
fugaz. Finalmente, la pintura al óleo que tenía en mente el
pintor se transformará en un dibujo. Pero su renuncia en la
vida real, en la película se convertirá en un sueño:
“Estoy en Tomelloso, delante de la casa donde he nacido. Al
otro lado de la plaza hay unos árboles (…). En la distan-
cia reconozco las hojas oscuras y los frutos dorados de los
membrilleros. Me veo entre esos árboles (…). Nadie parece
advertir que todos los membrillos se están pudriendo bajo
una luz… que no sé cómo describir, nítida y a la vez som-
bría, que todo lo convierte en metal y ceniza. No es la luz de
la noche, tampoco es la del crepúsculo. Ni la de la aurora”.
Considerado el máximo representante español del realismo
contemporáneo, Antonio López busca en sus cuadros la
esencia del objeto representado. Minucioso, con una voca-
ción por el arte casi religiosa, trata los objetos y los aconte-
cimientos de la vida cotidiana con un detalle próximo a la
fotografía. Desde su cuadro
La parra,
de 1955, el frutal es
un tema que abordará en numerosas ocasiones. Representa
el reverso de la ciudad. Frente a la actividad de los vastos
espacios urbanos, la intimidad del pequeño jardín.
Víctor Erice, director consagrado con la realización de solo
tres películas, consigue con
El sol del membrillo
una clase
magistral de
tempo
pausado y sencillez. Como él mismo se-
ñala, “en la realidad está todo, solo hay que saber reflejarlo”.
Durante el otoño de 1990, el director de cine Víctor Erice acompañó en
silencio tras la cámara al pintor Antonio López, en su intento de reflejar
la luz del sol que se filtraba en el membrillero del jardín de su estudio.
Película:
El sol
del membrillo
Director:
Víctor Erice
Fotografía:
Javier
Aguirresarobe y
Ángel Luis Fernández
Premios:
Premio Especial
del Jurado del Festival
de Cannes; premio Hugo
de Oro del Festival de
Chicago, ambos en 1992.
FOTOS: FOTOGRAMAS DE LA PELÍCULA ‘EL SOL DEL MEMBRLLO’; ISTOCKPHOTO
SOLES DE OTOÑO
Los frutos del membrillero
(Cydonia oblonga)
alcanzan su dorada (y aromática) madurez
a finales de septiembre, en los días de San
Miguel y el
veranillo del membrillo.
Este frutal
vive a gusto en la zona centro de la Penínsu-
la, donde disfruta de los inviernos fríos, los
veranos cálidos y la intensa luz. Llegó con los
romanos, pero su cultivo se remonta miles
de años antes de Cristo, en Asia Central. Los
griegos dedicaban su fruto a Afrodita como
símbolo de felicidad, amor y fecundidad.
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