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Plantas tapizantes, una alternativa al césped

Existe una gran variedad de especies de plantas tapizantes o de cobertera, es decir, capaces de colonizar áreas de terreno gracias a su crecimiento vigoroso. Cubren el suelo formando un tapiz verde permanente o, al menos, durante gran parte del año. Son menos sedientas que el césped y requieren menos mantenimiento. 

La vinca (Vinca minor) no solo es capaz de tapizar el suelo del jardín con su bello follaje verde oscuro brillante; también brinda flores azuladas o blancas. Copyright: Mille d’Orazio

Las plantas tapizantes o de cobertera tienen muy diferentes características y necesidades, pero todas son capaces de tapizar el terrreno. Sus ventajas frente al césped son muchas:

Las tapizantes se pueden plantar bajo los árboles, en suelos irregulares, y son ideales para colonizar taludes.
Sus necesidades de agua son muchísimo menores, sobre todo una vez que están bien arraigadas. Además, pueden ser regadas por un sistema de microdifusión, instalado sobre tubería de goteo, que además de ahorrar agua requiere una instalación mucho más sencilla. El césped, en cambio, se debe regar por sistemas de aspersión, o mucho más complicados y costosos.

No hay que segarlas, con lo que el trabajo en el jardín se reduce considerablemente.

• Ofrecen una gran variedad de texturas y colores que el césped no proporciona; muchas de ellas tienen flores y algunas incluso son fragantes. Sus posibilidades estéticas son mucho mayores, por lo que resultan una importante herramienta a la hora de crear jardines interesantes.

• Para instalar un césped hace falta que el suelo esté perfectamente perfilado y nivelado, con pendientes suaves y uniformes. Las tapizantes se pueden plantar en suelos irregulares: gracias a su vigoroso crecimiento en poco tiempo ocultarán la superficie e incluso pequeños objetos cuya vista nos desagrade.

• La mayoría de estas plantas son perfectas para colonizar taludes: sujetan el suelo y detienen la erosión, a la vez que adornan.

• Las hojas que mudan quedan tapadas por las nuevas, de modo que se crea una pequeña capa de restos orgánicos que enriquece considerablemente el suelo, además de mejorar su estructura física y ayudar a mantener el grado ideal de humedad.

Sus necesidades de abono son mucho menores que las del césped. Lo ideal para las tapizantes es incorporarles humus de lombriz una o dos veces al año.

• Son una base excelente para zonas de arbustos y/o árboles, y zonas sombreadas.

• Una vez que están arraigadas y colonizan un terreno, reducen la proliferación de malas hierbas de forma considerable.

En resumen, son tan eficaces como el césped a la hora de crear un ambiente limpio, fresco y húmedo en el jardín, pero con muchas otras ventajas a su favor. Evidentemente también tienen alguna desventaja: la más importante es que no se pueden pisar como el césped; algunas de ellas soportan cierto grado de pisoteo pero la mayoría no lo admite. Las más resistentes en este aspecto son la oreja de ratón o Dichondra repens y los tréboles (Trifolium dubium y Trifolium repens), pero exigen un riego muy similar al del césped y a lo mejor un par de siegas al año.

Las tapizantes necesitan un mínimo de tiempo para empezar a extenderse y cubrir un suelo, mientras que el césped en planchas queda instalado y con aspecto de estar perfectamente consolidado en el momento. Lo aconsejable es limitar el césped a las zonas en que el pisoteo es inevitable, como por ejemplo alrededor de las piscinas, o en zonas de juegos de niños; en el resto del jardín se puede abusar sin temor de las especies tapizantes. Para obtener buenos resultados es importante conocer las plantas, lo que pueden ofrecer y sus exigencias.

Las tapizantes más atractivas

En general, casi todas las tapizantes son vivaces, es decir no mueren en invierno, pero algunas pierden la parte aérea, y aunque en la primavera siguiente vuelve a brotar, su aspecto durante en invierno no las hace aconsejables para grandes zonas. He aquí las que mantienen la hoja durante todo el año:

• Vincas: Las hojas de la Vinca minor son ovaladas y de un verde oscuro y brillante. No supera los 10 centímetros de altura y produce abundantes flores de color violeta claro o blanco en primavera. Existen cultivares de hoja variegada. La Vinca difformis es prácticamente igual a la anterior, pero su floración, de un azul más claro, se produce en otoño. Las dos prefieren exposiciones a semisombra, pero también soportan por igual el sol o la sombra; gustan de suelos ricos, sueltos y bien drenados, y su crecimiento es muy rápido. No hay que confundirlas con la Vinca major, mucho más alta, de hoja más grande y con tendencia a trepar más que a cubrir el suelo.

• Potentilla. Este género, que produce muchísimos arbustos de todos los tamaños, también ofrece una pequeña tapizante, la Potentilla reptans o cincoenrama, que crece rápidamente muy pegada al suelo. Sus hojas son de verdes, brillantes, pentalobuladas y con el borde aserrado; a pesar de su aspecto de hojas tiernas son muy resistentes al frío. Produce pequeñas flores amarillas en verano. Se da mejor al sol y sobre un buen suelo.

• Lipia. De la familia de las verbenáceas, al igual que casi todos sus parientes la Lippia repens o Lippia nodiflora necesita poca agua y mucho sol. De unos 10 centímetros de altura, presenta pequeñas flores blancas o rosadas en verano. Soporta cierto grado de pisoteo y no pierde la hoja hasta llegar a los -5 grados. No vive bien por debajo de esta temperatura.

Pachysandra terminalis. Aunque produce pequeñas flores blancas, se cultiva por su hermoso follaje de un intenso verde oscuro, con hojas lustrosas dispuestas en forma de roseta. Alcanza los 20 centímetros de altura. Necesita un suelo rico y permeable y cierto grado de humedad. Le gustan las exposiciones sombreadas o semisombreadas. Existe también una variedad con las hojas jaspeadas en color crema. No soporta el pisoteo.

• Hiedra. La popular hiedra (Hedera helix) se da muy bien en exposiciones umbrías o semisoleadas. Sirve para cubrir vallas o muros y para tapizar todo tipo de suelos. Si se trata de una gran extensión o de un talud importante, se recomienda escoger una variedad de hoja grande, mientras que las variedades de hoja pequeña, mucho más decorativas pero de crecimiento más limitado, se reservarán para espacios menores; estas variedades toleran bastante bien el pisoteo. Hay variedades variegadas, con distintos dibujos y colores en sus hojas. Las hiedras en general son muy propensas a los ataques de pulgón y, más raramente, de la araña roja. Tardan al menos un año en empezar a crecer y si encuentran en su camino un obstáculo vertical tenderán a trepar. Las variedades más grandes pueden exigir cierto grado de mantenimiento debido a su desmedido vigor.

• Convalaria. Llamada Ophiopogon japonicus, forma matitas de unos 30 centímetros de altura, de aspecto herbáceo, con hojas lisas y finas verde oscuro, perennes. Es bastante resistente y prefiere la semisombra. Florece en espigas azules en verano. Las hojas acintadas del Ophiopogon planiscapus ‘Nigrescens’ son de un peculiar color negro.

Lysimachia nummularia. Es una rastrera que no levanta de los 5 centímetros. Sus hojas redodeadas son de color verde amarillento y presenta flores amarilas brillantes. Prefiere exposiciones soleadas y suelos húmedos, pero bien drenados.

• Fresas silvestres. La Fragaria vesca es una tapizante muy agradecida: le gusta el sol y los suelos ricos y bien drenados. Si hace mucho frío puede perder cierta cantidad de hojas, pero el color que toma en otoño compensa la pérdida. Sus pequeñas flores blancas aparecen en primavera y sus deliciosos frutos se pueden recoger desde principios del verano.

• Gayuba. Entre las opciones más ecológicas destaca la Arctostaphylos uva-ursi. Esta rastrera de poca altura crea auténticos tapices verdes durante todo el año, con flores blancas en primavera-verano y drupas rojas en verano-otoño. Prefiere los suelos ácidos, y al principio precisa algo de riego pero llega a naturalizarse, con lo que sus cuidados se reducen al mínimo. Soporta bastante bien el pisoteo.

  • Tapizantes crasas
    Tapizantes crasas

    Existe un gran grupo de tapizantes crasas, que no necesitan apenas agua y se conforman con suelos muy pobres. Son excelentes para cubrir taludes y grandes extensiones, pero tampoco soportan el pisoteo. Presentan hojas carnosas y flores en forma de margarita de diversos colores, como la Dorotheanthus bellidiformis, Carpobrotus acinaciformis, Aptenia cordifolia, Delosperma cooperi, Disphyma crassifolium y Drosanthemum floribundum (en la foto, capaz de colgar varios metros, además). La mayoría solo viven bien en un clima cálido, ya que no suelen vivir por debajo de los 5 grados.
    Entre las crasuláceas destacan diversos sédums de hojas muy decorativas.
    Foto: María Losseau

  • Hiedra
    Hiedra

    Rústica y resistente a la contaminación, la hiedra (Hedera helix) es una tapizante poco exigente. Para zonas de sol y de sombra.
    Foto: María Losseau

  • Sédum
    Sédum

    De origen mexicano, el Sedum x rubrotinctum se adapta perfectamente al clima mediterráneo. Bajo el sol del verano sus hojas crasas viran al rojo.
    Foto: Mille d’Orazio

  • Ophiopogon
    Ophiopogon

    Los Ophiopogon forman pequeñas matas de aspecto herbáceo, con hojas lisas y finas verde oscuro, perennes. Es bastante resistente y prefiere la semisombra.
    Foto: Garden in a minute

Reportaje completo nº 50 >> página 26