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Céspedes más sostenibles

Esa alfombra verde que todo jardín parece pedir funciona además como fuente de oxígeno, absorbe el polvo atmosférico y rebaja la temperatura. Pero, ¿cómo hacerla compatible con una gestión sostenible de los recursos de riego y mantenimiento que demanda en climas tan exigentes como los que predominan en España? Elegir céspedes mejor adaptados es un primer paso.

Una pradera de Festuca arundinacea en la costa mediterránea. Esta cespitosa asegura una menor exigencia de riego y una mayor resistencia al calor del verano. Abajo, Dichondra repens. Copyright: Semillas Fitó y Semillas Batlle.

Dentro de la jardinería, uno de los elementos con mayor exigencia de agua es el césped. Así, el mantenimiento de las praderas se ha convertido en una de las prácticas menos sostenibles. Pero ya que resulta difícil renunciar a la alfombra verde, la jardinería actual proporciona recursos para paliar esta situación.

Mayor resistencia al calor, menor exigencia de riego y siegas, hoja más fina y un periodo de dormancia invernal más corto son los rasgos comunes de los céspedes sostenibles.
Existen variedades de cespitosas que precisan menos riego y soportan mejor el calor extremo, muy apropiadas para los climas del centro y la costa mediterránea peninsular, las áreas climáticas más exigentes. Son generalmente especies macrotermes, “que tienen un control estomático y del metabolismo que les permite regular su transpiración en períodos calurosos manteniendo los estomas cerrados, reduciendo así su crecimiento y sus necesidades hídricas”, explican en Semillas Batlle.

• Festuca arundinacea

Muy utilizada en España, esta especie no es macroterme pero resiste bien las altas y las bajas temperaturas y mantiene un buen aspecto todo el año. Sus raíces profundas la hacen más resistente a la sequía. Está presente en muchas de las mezclas comerciales de céspedes. Es una especie muy resistente al pisoteo y a las enfermedades. Tolera cierta sombra.

• Cynodon dactylon (bermuda o grama)

Ha sido la bestia negra de los céspedes tradicionales, sobre los que se implanta como mala hierba. Aprovechando esta capacidad expansiva se han desarrollado variedades de hoja fina, aptas para la jardinería. Esta especie está especialmente indicada para el área mediterránea. En invierno entra en periodo de latencia y se torna parda. Pero hoy existen variedades más resistentes al frío y con menor periodo de dormancia invernal. Este inconveniente se suele paliar sembrándola mezclada con otras especies que mantienen el verde todo el año. La grama resiste muy bien la sequía, el pisoteo, las enfermedades, los suelos salinos y los de mala calidad. Sin embargo, no tolera bien la sombra. Puede llegar a ahorrar hasta un 30% de agua respecto a otras cespitosas.

• Zoysia japonica

Su utilización como especie sostenible se está extendiendo rápidamente. Esta rizomatosa estolonífera oriunda de Asia no soporta bien el frío y por debajo de 5-7 grados pierde color, ya que entra en dormancia. En cambio, tolera el calor y el pisoteo extremos y la salinidad, y su consumo de agua es de los más bajos entre las cespitosas (es más: el exceso de riego la perjudica). Por eso mismo requiere menos siegas que otras especies. Una solución a su lenta implantación por semillado es la utilización de tepes. La Zoysia tenuifolia presenta características similares aunque con una resistencia mayor a las bajas temperaturas. Típica de los jardines zen, desarrolla ondulaciones naturales (se pueden eludir segándola bajo).

Dichondra repens

A diferencia de las anteriores no es una gramínea. Presenta unas pequeñas hojas en forma de riñón. Alcanza entre cinco y 10 centímetros de altura y se extiende rápidamente por el terreno por medio de estolones. Sus principales ventajas: alta tolerancia a la sombra, siegas escasas y mucho menos riego que un césped común. Por contra, no soporta el pisoteo intenso ni las bajas temperaturas; por debajo de 8 grados pierde color.

Mezclas de semillas

Los principales fabricantes de semillas en España cuentan en sus catálogos con mezclas adaptadas a los diferentes climas y usos de los céspedes. Así por ejemplo, Semillas Fitó ofrece las fórmulas Césped Extraduro y Césped Todoterreno, basadas un 80 y 90% en variedades de Festuca arundinacea, que pueden suponer hasta un 30% de ahorro de agua frente a los céspedes tradicionales; su mezcla Césped Playa, que incluye un 10% de grama, ahorra incluso un 50% de agua. Semillas Batlle, por su parte, cuenta con las mezclas Rustic, con un 80% de Festuca arundinacea, y Hawai, que incorpora, además de Festuca arundinacea, un 15% de grama.

LA AYUDA DE LAS MICORRIZAS

Las micorrizas son unos hongos que, de manera natural, se asocian en simbiosis a la mayoría de las plantas. Las micorrizas mejoran la capacidad de obtener agua y nutrientes del suelo, optimizan la estructura del terreno y protegen la planta de enfermedades. Las plantas micorrizadas necesitan menos cantidad de riego y abono para vivir. Un césped micorrizado, en concreto, puede llegar a requerir un 40% menos de agua que otro de la misma especie pero sin micorrizar. Las micorrizas se pueden establecer en el césped antes de la siembra o de la colocación de tepes, o bien durante los procesos de escarificación o aireación. Para ayudar a su implantación en las raíces se debe reducir el abono, en especial el fosfórico, que dañaría a estos hongos amigos. Este producto se puede encontrar en los centros de jardinería en formulados líquidos, granulados o en polvo.

  • Un riego más eficiente
    Un riego más eficiente

    Además de elegir las cespitosas mejor adaptadas al clima, un césped más sostenible exige un sistema de riego eficiente, sin fugas, y que no se practique en las horas centrales del día, ni con lluvia o excesivo viento. Como alternativas a la aspersión, cuyo inconveniente principal es la dilapidación de agua en áreas de césped irregulares, zonas de paso, etcétera, han surgido el riego por microgoteo (aunque en principio impediría tareas como la escarificación), y últimamente las mantas de riego. Estas se instalan a unos 10-20 centímetros de profundidad y liberan el agua de manera homogénea directamente a las raíces. No hay pérdida por evaporación y se puede regar a cualquier hora del día. El uso de estas mantas puede ahorrar hasta un 70% de agua respecto al riego por aspersión, y resulta además mucho más efectivo en áreas en pendiente y en zonas de césped muy recortadas.

Reportaje completo nº 64 >> página 50