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Abonos orgánicos: el reciclaje de la vida

Cada vez son más las personas que recurren a los abonos de origen biológico para alimentar a sus plantas, en un perfecto reciclaje. Este tipo de abonos no generan residuos contaminantes ni en su producción ni en su uso y aportan materia orgánica al suelo mejorando su salud, estructura y capacidad de absorción.

Turba rubia, compost, humus de lombriz (primera fila, por la derecha); estiércol, guano de aves marina, abono en verde (segunda fila). Abajo, restos para compostar. Copyright: A.Peña, Bookshelf Boyfriend, Joeys Planting, Liam.Jon, Permaculture London, Bar

El uso de abonos orgánicos supone una vuelta a las prácticas empleadas por el ser humano desde los inicios de la agricultura, que a su vez partieron de la observación de la naturaleza, que recicla día a día la materia orgánica creando una inagotable renovación de la vida. Lo más antiguo es hoy lo más puntero.

Los abonos orgánicos mejoran la estructura del suelo del jardín o el huerto. Contribuyen a aglutinar los suelos arenosos optimizando su retención de agua y nutrientes, mientras que disgregan y airean los suelos arcillosos.
Este tipo de abonos son, en general, de liberación lenta, de modo que aportan durante un tiempo prolongado la cantidad de nutrientes que van a necesitar en cada momento las plantas. Son, en su mayoría, abonos complejos que no suelen dar problemas de carencias nutricionales. Aportan distintos elementos, como vitaminas, hormonas o sustancias con propiedades antibióticas. Mezclados con la tierra del jardín o el huerto mejoran su estructura. Contribuyen a aglutinar los suelos arenosos y, por ello, optimizan su retención de agua y nutrientes; mientras que disgregan y airean los suelos arcillosos. Si se producen en casa suponen un ahorro económico, ya que permiten reciclar restos del jardín o de las comidas. Los abonos orgánicos favorecen la actividad microbiana del suelo y la recuperación de terrenos dañados por el uso reiterado de abonos químicos. En definitiva, ayudan a crear una tierra más sana y equilibrada.

TURBA

Mejora notablemente la estructura del suelo, pero no es propiamente un abono orgánico; se mezcla con el sustrato para aportarle mayor esponjosidad e hidroabsorción. Son restos vegetales que se han sometido a una lenta descomposición en condiciones de alta humedad y baja cantidad de oxígeno. Hay principalmente dos tipos de turba: rubia (en la foto) y negra. La primera es de pH muy ácido, por lo que no es apta para todos los cultivos. La turba negra es más próxima a los valores neutros, pero su capacidad de absorber agua es menor, sobre todo una vez desecada.

COMPOST

Es el producto que se obtiene de la descomposición controlada de restos orgánicos, especialmente de origen vegetal. De algún modo intenta imitar el proceso que se lleva a cabo en la naturaleza de forma natural cuando la hojarasca se transforma en humus, esa capa oscura de tierra que se encuentra en la superficie del suelo del bosque. El compost en un muy buen abono bio, que restaura el ecosistema microbiano del suelo y mejora su estructura. Pero, sobre todo, es fácil de producir y, además, puede salir gratis si se hace en casa.

ESTIÉRCOL

Era (y sigue siendo en muchas zonas agrícolas) el abono más utilizado hasta la aparición de los agroquímicos. Lo constituyen las heces fermentadas de animales. Presenta altos niveles de nitrógeno, aunque sus propiedades varían mucho según el animal del que provengan y el alimento que consuma: por ejemplo es de mejor calidad un estiércol de oveja que uno de cerdo estabulado. En tu centro de jardinería encontrarás estiércol de caballo madurado al aire libre y formulado en gránulos; es inodoro y sus bacterias se conservan vivas.

HUMUS DE LOMBRIZ

Compostaje que se realiza mediante el proceso digestivo de las lombrices. Se trata de un humus limpio, inodoro y suave al tacto, cuyas propiedades se consideran incluso mejores que las del compost doméstico. Se esparce por encima del sustrato removido de las plantas del jardín y tiestos de terrazas y patios. En tu centro de jardinería lo encontrarás ya elaborado (incluso en formato líquido). También puedes producirlo en tu jardín; en ese caso te haría falta comprar las lombrices y un vermicompostador donde llevar a cabo todo el proceso.

ABONO VERDE

Consiste en sembrar plantas que luego se voltearán e incorporarán al suelo en forma de abono. Se suelen utilizar especialmente leguminosas —alfalfa, trébol, guisante forrajero— porque son capaces de fijar el nitrógeno del aire que luego devolverán al suelo cuando sean enterradas. También se utiliza la consuelda (Symphytum officinale); en la foto, hojas de esta planta en la siembra de patatas. Está especialmente indicado para proteger el suelo de la erosión y para recuperar los terrenos que han perdido su equilibrio biológico tras el uso de fertilizantes químicos.

GUANO

Es el nombre que reciben las deyecciones de las aves marinas, cuya dieta basada en pescado hace del guano un potente fertilizante con altos niveles de nitrógeno y fósforo. También se puede conseguir guano de murciélagos. En jardinería doméstica aparece como ingrediente principal de fertilizantes líquidos, que se diluyen en el agua de riego, varitas fertilizantes y abonos granulados, que actúan como enmienda orgánica durante 45-60 días. Los hay de carácter universal y formulados para grupos específicos de plantas.

HARINAS DE HUESO

Resultan útiles por su alto contenido en fósforo, por lo que se recomiendan para estimular la floración de las plantas. Pero las harinas de hueso tienen un alto contenido en cal, lo que puede alterar el pH del sustrato y dificultar la absorción de ciertos nutrientes; del mismo modo, pueden contribuir a corregir un pH demasiado ácido. También se elaboran abonos con astas y pezuñas; tienen un alto contenido en nitrógeno y son de ciclo largo, por lo que están indicados como abonado de fondo en el huerto y el jardín.

CENIZAS

Deberán ser siempre cenizas obtenidas de materia orgánica. Contienen altos niveles de potasio, calcio o magnesio, y sin embargo carecen de nitrógeno. Son apropiadas para corregir la excesiva acidez del suelo debido a su pH muy alcalino. 

Información relacionada:

• Qué son los fitosanitarios ecológicos, Verde es Vida nº60, página 56 (ver en la web)

 • Fabricar compost en casa, Verde es Vida nº53, página 54 (ver en la web)

 

  • Hacer compost en casa
    Hacer compost en casa

    • Se puede hacer una pila en un rincón del jardín, comprar una compostadora o fabricarla nosotros mismos con madera. Eso sí, deberá estar en contacto con el suelo y en una zona con buen drenaje. Se pueden utilizar restos de siega y poda triturados, hojas secas, restos de frutas y verduras, estiércol de herbívoros, incluso cenizas de madera en pequeña cantidad.

    • Se deben voltear periódicamente los restos para que se aireen y no se compacten. La aireación es importante porque facilitará el trabajo de los microorganismos que van a producir el compost. Se debe controlar que no esté ni mojado ni completamente seco, por lo que hay que protegerlo del sol y la lluvia.

    • Si huele a podredumbre o a amoníaco es señal de que hay demasiada humedad; en ese caso ha de voltearse y añadírsele materiales secos.

    • Si está frío y seco habrá que humedecerlo, agregar más materia orgánica y voltearlo. La temperatura del compost en proceso debe estar por encima de los 40 grados.

    • El resultado final es un humus de color marrón oscuro; al haber finalizado la actividad microbiana en su interior, debe estar frío y no rezumar agua al apretarlo.

Reportaje completo nº 62 >> página 50