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¡La otoñada es pura química!

El pigmento verde desaparece y los amarillos y anaranjados por fin tienen su ocasión de dejarse ver... Los rojos surgirán más adelante. Como por arte de magia, el cambio de luz y temperatura que trae el otoño dispara esta asombrosa transmutación en el pequeño laboratorio de cada hoja caduca.

El color de las hojas de las caducifolias en otoño son el bello producto de las transformaciones químicas que se producen en ellas. Foto: Philip Bouchard

Los colores que exhiben las caducifolias en otoño es mágico por asombroso, pero químico por naturaleza. Los primeros cambios cromáticos en las hojas se producen por alteraciones en la concentración de los pigmentos que intervienen en la fotosíntesis. Durante los días cálidos y de largas horas de luz de la primavera y el verano predomina la clorofila, el pigmento que determina el color verde habitual del follaje y principal responsable del proceso que transforma la energía lumínica del sol en energía química convirtiendo las sustancias inorgánicas en azúcares: la fotosíntesis.

Cuando los días se acortan, las plantas de hojas caducas dejan de producir clorofila. Al desaparecer este pigmento verde se revelan los carotenoides amarillos y anaranjados.
Amarillos y anaranjados

En otoño, cuando las horas de luz empiezan a disminuir y los días se vuelven más fríos, muchos árboles, arbustos y herbáceas dejan de fabricar alimento y por lo tanto ya no necesitan clorofila. Al disminuir su producción, poco a poco se hacen visibles otros pigmentos presentes en las hojas pero hasta entonces enmascarados por el verde dominante: los carotenoides, pigmentos principalmente amarillos y anaranjados (los mismos que explican el color de las calabazas y zanahorias), que suelen jugar un papel secundario en la fotosíntesis.

Rojos y púrpuras

A medida que avanza el otoño, los carotenoides también desaparecen, dando pie a que las antocianinas, los pigmentos responsables de los intensos rojos y púrpuras, irrumpan en el paisaje otoñal. No desempeñan un papel en la fotosíntesis como los anteriores, sino que son un derivado de ella, producto de la descomposición del excedente de azúcares presentes en las hojas. A mayor concentración de antocianinas, mayor intensidad cromática.

 Más información:

• Colores de otoño en tu jardín, Verde es Vida nº74, página 26 (ver en la web)

• Hojas rojas y doradas: la gran fiesta del otoño, Verde es Vida nº56, página 28 (ver en la web)

• Descubre los arces autóctonos, Verde es Vida nº71, página 34 (ver en la web)

  • La intensidad del color
    La intensidad del color

    ¿Por qué la intensidad de los colores de otoño varía entre especies e incluso entre ejemplares? La genética tiene la respuesta. No obstante, también las condiciones de luz y temperatura influyen en la potencia del color. Por ello la otoñada puede resultar más o menos espectacular según la zona geográfica —el colorido de los arces y robles de Nueva Inglaterra, por ejemplo— o el año. La luz brillante, el tiempo seco y el frío (no así las heladas) incrementan los niveles de antocianinas. El frío, en concreto, inhibe el movimiento de los azúcares hacia afuera de las hojas, de forma que permanecen en ellas para convertirse en estos pigmentos.
    En la imagen, una hoja de arándano (Vaccinium ashei).
    Foto: Philip Bouchard

Reportaje completo nº 74 >> página 30