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La explosión de las rosas

La flor por antonomasia, el amor del Principito, es fragante, aterciopelada y elegante. Visitar una rosaleda en mayo es un espectáculo de colores y perfumes, que también permite apreciar su extraordinaria variedad.

A partir de mayo, los rosales se convierten en los reyes de los jardines. En la foto, un floribunda, un tipo de rosal moderno que suele ofrecer floraciones muy copiosas y largas. Abajo, un rosal trepador blanco. Copyright: T.Kiya y Mille d’Orazio

Hay rosales antiguos de jardín, por lo general vigorosos arbustos, algunos de ellos trepadores, que dan rosas delicadas y en general muy perfumadas. Y hay rosales modernos, con múltiples variedades que abarcan desde los llamados híbridos de té, los floribunda y los rosales de patio, a los rosales miniatura, los cubresuelos, trepadores, sarmentosos y arbustivos. Dentro de todos ellos, varía la fragancia, el color y la forma de la flor: de cinco pétalos como la silvestre a más de 30 como las muy dobles. Tanto unos como otros pueden florecer solo en primavera o de forma continuada hasta finales del verano.

Los rosales se deben plantar en suelos ricos y bien drenados. Una poda adecuada y un abonado regular les permitirá desarrollarse correctamente y florecer en abundancia.
Cultivar rosales no es una tarea difícil si se siguen unos pocos consejos y se elige el rosal adecuado dentro de la gran variedad existente. En el jardín ofrecen muchas posibilidades de combinación con otras plantas para formar macizos muy decorativos y disfrutar de la belleza de sus flores durante mucho tiempo.

En general necesitan una exposición soleada, un espacio aireado pero protegido de vientos fuertes, y un suelo rico y bien drenado, ya que sus raíces no soportan el encharcamiento.

Una extensa variedad

Los rosales son plantas arbustivas o trepadoras de hojas caducas o semicaducas que se cultivan por su gran cantidad de flores, su fragancia y algunas veces por sus frutos, los escaramujos rojos o anaranjados que aparecen después de la floración y son muy atractivos en otoño e invierno.

Las hojas son divididas, dentadas y de color intenso en sus ramillas jóvenes. Sus tallos presentan espinas, de modo que se pueden utilizar como tupidos setos defensivos a la vez que decorativos.

Aunque da nombre a un color, hay rosas de tonos muy variados, excepto el azul y el negro. La flor puede tener un color único; un color en la parte interior y otro en la exterior; ser multicolor, es decir reunir ramilletes de tonos diferentes; variegada, si tiene dos o más colores formando rayas en los pétalos, o pincelada en el borde del pétalo y más pálida hacia el centro y el dorso de la corola.

Existen rosales de muy diferentes tamaños, desde los miniatura, de menos de 20 centímetros de altura y flores de dos a tres centímetros de diámetro, que se adaptan perfectamente a macetas y patios, hasta rosales trepadores de hasta siete metros de altura que crecen apoyándose en pérgolas y fachadas.

Los rosales son plantas que se pueden combinar con otras jugando con los colores de las flores y del follaje o contrastando con sus diferentes formas, lo que da lugar a rincones muy atractivos. Al combinarlos con plantas como lavandas y allium se mantienen a raya los pulgones a los que son tan propensos. Mezclados con plantas vivaces y anuales como la nepeta, artemisa, caléndula, tagete... se atraerá a insectos beneficiosos como las mariquitas y se repelerá a ciertos escarabajos, además de añadir interés y color al jardín cuando los rosales no estén en flor.

Rosales antiguos

Hablábamos al principio de rosales antiguos: son rosales hibridados de rosas silvestres como la rosa gálica y la rugosa. Tienen forma de arbusto y dan flores sencillas, a menudo solitarias o en manojos, y perfumadas. En otoño lucen escaramujos muy decorativos que sirven de alimento a las aves en invierno. Exigen poco mantenimiento, son resistentes a las enfermedades y necesitan poco riego una vez establecidos. Son arbustos para dejarlos crecer a su aire.

Rosales modernos

Los rosales modernos, en cambio, se han hibridado con rosales originarios de Oriente. Entre ellos se cuentan:

• Los híbridos de té, la clase más popular, de flores grandes, solitarias, de forma perfecta, generalmente dobles, con más de veinte pétalos en cada flor. Algunas son perfumadas. La gran mayoría de los híbridos de té sirven para flor cortada. Florecen desde mayo hasta los primeros fríos.

• Los rosales floribunda dan abundantes ramilletes durante todo el verano, y se utilizan para parterres y setos arbustivos. Es corriente que formen cinco o seis flores en cada ramillete, con seis a 20 pétalos cada flor. El resultado es un arbusto de colores intensos y duraderos, aunque en general la forma de la flor no sea tan espectacular como la de los híbridos de té. Necesitan una poda severa. Son resistentes a enfermedadaes y su floración suele ser continuada desde primavera a finales del otoño. Entre los floribunda más conocidos están ‘La Sevillana’, de llamativo color rojo y floración semidoble en racimo, y el ‘Iceberg’, de color blanco. 

• Los rosales miniatura, por su parte, son formas enanas de híbridos de té y floribunda, desarrollados para ser cultivados en jardines pequeños, patios y, en especial, tiestos. Son rosales con flores de uno a tres centímetros de diámetro, simples (con cinco pétalos por flor) o dobles. Suelen ser muy resistentes y las nuevas variedades son perfumadas. Florecen ininterrumpidamente todo el verano.

• Hay un tipo de rosal tapizante o cubresuelos, no muy conocido, que no suele superar el medio metro de altura y se desarrolla formando alfombras florales. Uno de los más bellos es el ‘Fairy’, que también crece bien en macetas y jardineras; hay algunos pequeños, como el ‘Snow Carpet’, y otros grandes como el ‘Nozomi’ y el ‘Max Graf’.

• Además, están los rosales trepadores (ver columna de la derecha), forma que ha permitido desarrollar también los decorativos rosales llorones, de ramas flexibles injertadas sobre un pie de rosal. Sin olvidar los rosales de pie alto, híbridos de té o floribunda injertados sobre un tallo de rosal.

CÓMO SE PRESENTAN LOS ROSALES

En los centros de jardinería, los rosales se presentan:

• En contenedor. Se pueden plantar en cualquier época y sobre todo en verano, con la ventaja añadida de que es fácil ver cómo es la planta y valorar si es un buen rosal. 

• Embalados en bolsas o paquetes. Las raíces se presentan recubiertas de un material capaz de retener la humedad. Se plantan cuando el ejemplar está en parada vegetativa, a principios de la primavera.

• A raíz desnuda, aunque es una forma cada vez menos frecuente. Se plantan desde finales de octubre a finales de febrero.

CÓMO CUIDAR Y TENER ÉXITO CON LOS ROSALES

• Para empezar, adquirir ejemplares fuertes y vigorosos en un centro de jardinería.

• Cuando se planten, el injerto debe quedar bajo tierra unos dos a cinco centímetros.

• Requieren suelos aireados, cálidos, abonados.

• Hay que situarlos en zonas soleadas y bien aireadas para evitar enfermedades fúngicas.

• Precisan riego abundante cuando están recién plantados y mientras están emitiendo las hojas. Es mejor regarlos por goteo en lugar de por aspersión.

• La distancia de plantación dependerá de la envergadura máxima del rosal y del efecto que se quiera crear.

• Necesitan ser abonados con regularidad. Su abono orgánico preferido es el estiércol bien maduro.

• Hay que cavar y escardar el suelo para airearlo y evitar que las malas hierbas los ahoguen.

• Exigen una poda en febrero, según las características de cada uno.

• Los chupones y los tallos que nazcan del portainjerto se deben eliminar.

• Hay que cortar las flores marchitas por encima de una hoja compuesta.

• Los tallos astillados o dañados se deben inspeccionar para podarlos, ya que los hacen vulnerables a las enfermedades.

El sustrato y el abonado

Los rosales han de ser plantados en suelos ricos, y sobre todo con un buen drenaje. Con el tiempo y de forma regular, habrá que ir incorporando las sustancias necesarias para su correcto desarrollo. Estos productos se obtienen de la descomposición de la materia viva y se presentan como abonos orgánicos. Conviene aportarlo a principios de la primavera para que cuando la planta comience su actividad después del invierno, cuente con los nutrientes necesarios.

 Los elementos químicos que precisa son: nitrógeno, para el crecimiento vigoroso de las hojas; fósforo (en otoño), para estimular el crecimiento de las raíces y el tallo, y potasio (en primavera) para una buena y abundante floración y resistencia a la sequía.

La poda es fundamental

La poda es esencial en el cultivo de los rosales, de otra manera pierden vigor o se convierten en una masa enmarañada de tallos secos y verdes, débiles y con flores de escasa calidad. Su finalidad es eliminar cada año los tallos viejos agotados para estimular el desarrollo de otros jóvenes y fuertes. La poda principal se hace muy al principio de la primavera; antes, provocaría un debilitamiento de la planta.

Los rosales trepadores se podan a finales del verano o a principios de otoño, cuando dejan de florecer. 

 Información relacionada:

• La salud de los rosales, Verde es Vida nº63, página 54 (ver en la web)

• Rosales en la terraza, Verde es Vida nº55, página 34 (ver en la web)

• Rosas modernas, maravilloso invento, Verde es Vida nº57, páginas 34-37.

  • Rosas sobre los muros
    Rosas sobre los muros

    Los rosales trepadores poseen la capacidad de desarrollarse sobre un soporte —pérgola, celosía, valla, muro— hasta alcanzar incluso varios metros de altura. Necesitan ayuda para trepar, sobre todo al comienzo, hasta que encuentran un punto de apoyo.

    Existen variedades que florecen solo una vez en la temporada y otras que lo hacen repetidamente. Exigen una poda a partir del segundo año.

    Merece especial mención el rosal Banksiae (ver ficha), que además de la belleza de sus racimos de diminutas flores blancas o color mantequilla, tiene la cualidad de no poseer espinas en el tallo.

Reportaje completo nº 51 >> página 6