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Elogio de los árboles (2ª parte). Unas cuantas claves para acertar

En demasiadas ocasiones, la generosidad de los árboles no se ve recompensada por un trato acorde. Cuántas veces vemos ejemplares maltratados por podas mal hechas o sin sentido, desmochados y con heridas accidentales o intencionadas. Mucho de este sufrimiento suele derivar de un error de partida: una selección equivocada para el espacio disponible y las condiciones de cultivo.

Abedules en el jardín de una urbanización de Madrid (izquierda) y un fresno joven exhibiendo su copa natural (derecha). Fotos: Hanako

Sobradas son las veces en que se recurre a la poda para reducir la copa de un árbol que ha crecido mucho, o se acaba por arrancarlo porque se plantó demasiado cerca de la vivienda y las raíces están levantando el suelo u obturando una tubería. Una compra impulsiva o por moda a la hora de escogerlo no suele ser un buen comienzo. Un árbol no es una compra estacional, es preciso contemplar su evolución a largo plazo y tener en cuenta desde el principio los distintos aspectos que incidirán en su (buena) vida.


Los errores más frecuentes suelen ser principalmente:

• No cotejar el espacio disponible en el jardín con el tamaño en altura, ancho de copa y desarrollo radicular que alcanzará el árbol en su madurez. El volumen de la copa y las raíces suele ser equivalente. Rápidamente algunos, lentamente otros, todos crecen.

Si al final hay que arrancarlo, el proceso será costoso y complicado: no solo es apear la madera, sino también destoconar, es decir, retirar toda la masa radicular extendida en profundidad para poder volver a plantar en ese lugar.
Su silueta natural, salvo excepciones, suele ser una expresión de belleza difícilmente alcanzable mediante las labores de poda —cuántos fresnos y plátanos de sombra se ven deformados por los recortes—. Si al final hay que arrancarlo, el proceso será costoso y complicado: no solo es apear la madera, sino también destoconar, es decir, retirar toda la masa radicular extendida en profundidad para poder volver a plantar en ese lugar.

• Plantarlo demasiado cerca de las construcciones y canalizaciones si es una especie que desarrolla raíces agresivas o dispone de poco espacio para extenderlas. Es larga la lista de árboles de gran belleza que no se deberían plantar a menos de 10-15 metros de una construcción.

• Pasar por alto la incidencia del clima —frío, calor, régimen de lluvias, humedad ambiental, vientos— en la vida del árbol, así como la orientación, la altitud y la proximidad al mar. Los arces japoneses (Acer palmatum) enamoran, pero fuera de la cornisa cantábrica, donde disfrutan de un clima oceánico afín a su hábitat nativo, se adaptan con dificultad al cultivo; en el resto de la Península su follaje suele sufrir el efecto desecante del calor y la sequedad ambiental (la solución suele ser plantarlo expuesto al norte en un sitio protegido del intenso sol).

• Pasar por alto la naturaleza del suelo. Aunque se aporte al hoyo de plantación el sustrato de calidad necesario, el árbol extenderá sus raíces fuera de él y se encontrará con sus características propias: arenoso, limoso o arcilloso, ácido, neutro o alcalino, muy rico, de riqueza media o pobre, húmedo, fresco o seco… Algunos, como el olivo o el Ginkgo biloba, son todoterrenos y se adaptan a todas las condiciones, otros simplemente las toleran aunque muestran su disconformidad no comportándose como se espera —un Liquidambar styraciflua en suelo calizo no lucirá en otoño los colores de fuego que expresa en el que es de su gusto—, y algunos son muy delicados y padecen, languidecen y acaban muriendo si el suelo no responde a sus exigencias.

• No tener suficientemente en cuenta su papel en el diseño general del jardín, es decir, su relación con los otros elementos vegetales y construcciones, sobre todo debido a su gran presencia. Los árboles forman parte de la estructura, de los huesos del jardín, y el equilibrio manda.

• Nunca se debería hablar de árboles sucios, pero si se considera que retirar la hojarasca de las caducifolias o los frutos pegajosos de algunas especies da demasiado trabajo, es mejor buscar otras alternativas.


Todas las opciones en los centros de jardinería

El otoño es una época ideal para plantar árboles ya que contarán con las lluvias estacionales a su favor. Los centros de jardinería ofrecen una gran variedad, junto con el asesoramiento de sus expertos.

En líneas generales, con las especies nativas y bien adaptadas es más fácil acertar. Los frutales o los árboles interesantes por sus flores o sus frutos suelen ser muy decorativos pero no se consideran árboles de sombra. Entre estos, los de hojas grandes ofrecen un grado mayor de umbría que los de hojas pequeñas. A diferencia de los perennifolios, que mantienen el follaje todo el año y brindan una gran estabilidad cromática, los caducifolios aseguran el cambio estacional: aportan sombra en verano, color en otoño, y en invierno dejan pasar el sol y la luz.

En cuanto al tamaño, se consideran pequeños los que alcanzan hasta 10 m cuando son adultos, medianos desde los 10 a los 15 m, y grandes cuando superan los 15 m. Para los jardines pequeños es de sentido común escoger árboles que no desarrollen grandes dimensiones, aunque se puede recurrir a más de un ejemplar.

Los árboles se presentan en contenedor, cepellón o raíz desnuda. Lo importante es escoger plantas con una estructura equilibrada, forma definida y armoniosa, sin mutilaciones y con puntos de crecimiento que aseguren una expansión en todas las direcciones, es decir sin brotaciones descontroladas o desequilibradas. Si tiene un solo tronco ha de ser recto, y si es multitronco, con una distribución de aspecto natural.

Tienes más información y consejos en diversos artículos de verdeesvida.es.

Elogio de los árboles (1ª parte)

Más información:

Los árboles del jardín, importante elección

¿Qué planta elegir a la hora de comprar?

La belleza está en el tronco

Podas severas: cortando por lo sano

• Árboles multitronco: estructura abierta y acento vertical (Verde es Vida n.83, hemeroteca online)

 

  • El ginkgo y su alfombra dorada
    El ginkgo y su alfombra dorada

    El Ginkgo biloba no solo es un árbol todoterreno, capaz de adaptarse a las condiciones de suelo y clima más diversas, sino que además ofrece una de las otoñadas más deslumbrantes. El follaje verde del verano se vuelve dorado y al caer crea una alfombra dorada a sus pies.
    Foto: Jon Delorey

Reportaje completo nº 100 >> página 32