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Membrilleros para el huerto, el jardín o la terraza

Es un frutal que bien podría disponer de un lugar en un jardín o incluso en un gran tiesto en la terraza. Cuando acaba septiembre, sus frutos de oro hacen honor al veranillo que lleva su nombre augurando una perfumada cosecha en medio de una luminosa otoñada amarilla. Cuando recupere el follaje en primavera, lo hará entre grandes flores simples suavemente rosadas. Mucha belleza. Además, el membrillero está perfectamente adaptado a los rigores típicos de nuestro clima.

En primavera, el membrillero se llena de grandes flores de cinco pétalos entre blancas y rosadas que en otoño se habrán convertido en dorados frutos. Fotos: Hanako, iStock

Lleva milenios de cultivo en el ámbito mediterráneo, tanto que se supone que aquella dorada manzana que el príncipe troyano Paris entregó a Afrodita en el Juicio de las Tres Diosas era en realidad una manzana de Cydón, antigua ciudad de Creta próxima a la actual Chania: un membrillo. Membrillero (Cydonia oblonga, la única especie de su género) y manzanos (Malus) pertenecen a la misma familia, Rosáceas, y sus frutos y sus flores se parecen mucho, solo que en el membrillero unos y otras son más grandes. Eso sí, los perfumados membrillos solo pueden ser amarillos, de un dorado intenso a uno verdoso, según la variedad, por lo general con una piel más áspera que una manzana, e incluso con una suave pelusa blanquecina.

En cuanto a las flores, son rosas simples sutilmente olorosas, formadas por cinco pétalos entre blancos y rosado pálido, que se abren entre abril y mayo a partir de unos botones de color rosa fuerte. Con sus 5-7 cm de diámetro son bastante más grandes que las que producen los otros frutales de la familia de las Rosáceas: perales, cerezos, ciruelos, almendros, melocotoneros y albaricoqueros, amén de los manzanos. El membrillero se considera un árbol apícola por su riqueza en néctar, y además es hospedador de algunas especies de mariposas.

Más que un árbol, un gran arbusto

Más que un árbol, el membrillero es un arbusto grande de 2-5 m de altura y 2-3 m de extensión, que desarrolla un porte arbustivo semierguido o erguido y una silueta un tanto caprichosa. En los primeros años crece más en anchura, pero más tarde se extiende hacia arriba. Puede contar con un solo tronco o varios… todo depende de la variedad y sobre todo de la poda. Para facilitar la cosecha no se suele dejar que desarrolle mucha altura.

El follaje está formado por abundantes hojas ovales de unos 6-10 cm de largo, acabadas en punta. Son aterciopeladas cuando brotan en primavera, adquieren un bonito tono verde medio en verano y empiezan a volverse amarillas con el cambio de estación. Protagonizan una bella otoñada hasta que caen cuando el frío comienza a apretar.

Tan bonito a lo largo del año como productivo, el membrillero, habitualmente un frutal de huerto, bien puede formar parte de un jardín o incluso de una terraza, ya que se adapta a la vida en maceta. Lleva milenios de naturalización en el Mediterráneo y se adapta perfectamente al clima y los suelos de la Península y Baleares, incluso los inviernos crudos con sus heladas, los veranos ardientes y la intensa luz del centro de la meseta. Como nativo de Irán, Armenia, Turquía y las regiones transcaucásicas, soporta fríos de hasta -25º (zonas 6-10).


Cultivo y cuidados del membrillero

• Requerimientos: El membrillero necesita pleno sol para dar buenas cosechas, aunque acepta la sombra parcial. No es un árbol grande pero precisa espacio suficiente para desarrollarse, y siempre lejos de las zonas soladas, ya que no soporta el pavimento. El suelo ha de ser ligero y bien drenado, levemente húmedo, profundo, de riqueza media y ligeramente calizo (pH 6,5-7). Soporta el aire del mar y el ambiente urbano.

• Cuándo y cómo plantarlo: El mejor momento para plantarlo es durante el periodo de latencia, desde mediados de noviembre hasta abril. Se recomienda aportar abono orgánico en el fondo del hoyo y cubrirlo con sustrato para que las raíces no entren en contacto directo con él. Suelen ser ejemplares injertados, por lo tanto hay que asegurarse de que el injerto quede al menos 7 cm por encima del suelo. Lo ideal es cavar un alcorque alrededor del o los troncos para aprovechar mejor el agua, que se le debe asegurar durante los dos primeros años con regularidad y en forma de riegos profundos; es clave que no se seque el sustrato y se aconseja acolcharlo para proteger las raíces y conservar la humedad. Se puede cultivar también en espaldera y en setos libres.

• Cuidados: Una vez establecido tolera la sequía, aunque siempre agradecerá los riegos largos con la frecuencia necesaria según la climatología, pero sin sobrerregar. Si le falta agua pierde los frutos. Una vez al año, al promediar el invierno, conviene esparcir abono orgánico a unos 25 cm del tronco; se han de evitar los fertilizantes con alto contenido en nitrógeno. Crece lentamente, por lo tanto no necesita poda, excepto para eliminar las ramas secas, las que se desvían de la forma deseada y los chupones. Hay que tener en cuenta que los frutos se desarrollan en el extremo de los brotes del año anterior. No es propenso a sufrir plagas.


El común y tres variedades

Existen numerosos cultivares de Cydonia oblonga, la mayoría autofértiles, como los tan apreciados ‘Gigante de Vranja’ y ‘Champion’, aunque dan más frutos si se planta más de un ejemplar y más de una variedad para que se produzca una polinización cruzada.

• Común: proporciona frutos de tamaño medio, de piel de color amarillo oro y carne aromática.

• ‘Gigante de Vranja’ o ‘de Wranja’: es la variedad más fácil de encontrar en España. Sus frutos son de buen tamaño, muy aromáticos, de piel fina lisa y excelente conservación. La pulpa es compacta, de color crema y sabor ácido, muy apreciada para elaborar confituras (se debe dejar que alcance el punto de madurez).

• ‘Champion’: esta antigua obtención desarrolla forma de vaso y una ramificación con buena resistencia al viento. Sus frutos son grandes y están recubiertos por una pelusa grisácea. Son muy perfumados y de jugosa pulpa, óptimos para elaborar carne de membrillo. Tolera bien las heladas y los suelos calizos.

• ‘Leskovacka’: ideal para pequeños jardines por su ramificación desde la base, su copa redondeada y su porte arbustivo. Los frutos son de tamaño medio.


El delicioso fruto de Venus

Los membrillos alcanzan su aromática madurez a la par que su característico color amarillo a finales de septiembre, en los días en torno a San Miguel, durante el llamado veranillo del membrillo. La cosecha se lleva a cabo en octubre o noviembre, según el cultivar, y forman parte de la despensa de otoño junto con las granadas, las calabazas, las nueces y las setas. Todo el fruto, desde la piel a las pepitas y la carne, es rico en propiedades nutricionales y medicinales: antioxidantes polifenólicos, fibra, taninos, pectina, vitaminas C y varias del grupo B, cobre, hierro, potasio y magnesio.

Por la astringencia de la pulpa no se consumen en crudo, pero con ellos se elaboran desde la popular carne de membrillo hasta jaleas, compotas y mermeladas, que se consumen con toda clase de quesos y se usan en numerosas recetas de repostería. En el ámbito de los platos salados, casan de maravilla con las carnes de cerdo y ave, al igual que las manzanas, y aparecen en la cocina de Oriente Medio en recetas de ragús, tajines y sopas. También sirven para elaborar bebidas y siropes. Colocados en fuentes, se utilizan asimismo para perfumar el ambiente.

Más información:

• Ficha: Membrillero, Cydonia oblonga

• La luz fugitiva de los membrillos, Verde es Vida n°71, página 58 (hemeroteca online)

  • No solo carne de membrillo
    No solo carne de membrillo

    Los perfumados membrillos no solo sirven para elaborar la apreciada carne de membrillo (en la foto), jaleas, compotas y mermeladas, sino también bebidas y siropes y en recetas de la cocina de Oriente Medio.
    Todo el fruto, desde la piel a las pepitas y la carne, es rico en propiedades nutricionales y medicinales: antioxidantes polifenólicos, fibra, taninos, pectina, vitaminas C y varias del grupo B, cobre, hierro, potasio y magnesio.

Reportaje completo nº 100 >> página 56