Descripción
La rosa del desierto es una curiosa planta suculenta nativa del África subsahariana y la península Arábiga. Exhibe un tallo exageradamente abultado para las dimensiones de la planta, coronado por gruesas ramas grises rematadas por unas pocas hojas verdes lustrosas. A ello se suman unas delicadas flores en forma de trompeta. En estado silvestre, el Adenium obesum suele alcanzar entre 1,8 y 2,5 metros, pero en contenedores, su forma de cultivo habitual, el tamaño es mucho más pequeño. También se utiliza para bonsáis. En las regiones libres de heladas de España (zona 11) puede vivir al aire libre. Tolera la sequía, aunque pierde las hojas. Es de fácil mantenimiento.
Tronco, ramas y hojas
El tronco es un cáudice, un tipo de tallo basal de aspecto hinchado y extravagante, que generalmente está semienterrado. De él surgen unas pocas ramas más o menos retorcidas, marcadas por las muescas del follaje perdido. Solo se ven hojas en el extremo de las ramas; son coriáceas, carnosas, de forma oval, con el haz verde y el envés blanquecino; pueden medir hasta 10 centímetros.
Flores
Las flores, de tres a cinco centímetros de diámetro, tienen forma tubular y se abren en cinco lóbulos. Pueden ser rojas, fucsias, rosadas o casi blancas, en muchas ocasiones con degradados de color; la garganta es de color crema o amarillo pálido, con cinco estambres en el centro. La época de floración es el verano; en su medio natural se produce a lo largo de casi todo el año.
Cultivo y cuidados
Cultivar en tiesto la rosa del desierto permite mantenerla en el exterior durante los meses cálidos y llevarla a cubierto apenas la temperatura baja de 12º. Necesita pleno sol o mucha luz. El sustrato debe ser suelto, arenoso o pedregoso, bien drenado y fértil, neutro o alcalino. El riego ha de ser escaso en general; moderado en el período de crecimiento, dejando siempre que el sustrato se seque entremedias, y casi inexistente en otoño-invierno. Una aplicación de abono para crasas en primavera incentivará la floración. No es una planta proclive a las plagas y enfermedades, excepto si el sustrato se encharca o el ambiente es húmedo y frío, lo que favorece la podredumbre del tallo y manchas por hongos en las hojas. La savia es muy tóxica.
Foto: Peter Kremmer