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Geranios y gitanillas: una pasión española

Llenan de vibrantes colores los balcones y patios andaluces, pero el geranio y la gitanilla, avalados por su resistencia y su amor al sol, se dan bien en toda España. Los expertos siguen trabajando para conseguir nuevas tonalidades y variedades más precoces, más reflorecientes, más fáciles de cuidar... adaptadas a nuestro clima.

Las gitanillas destacan por su porte colgante, como estas de la serie Costa Daurada: ‘Dark Red’, ‘Salmón’ y ‘Deep Pink’ (arriba). Entre los geranios, ‘Costa Brava Velvet Fantasy’, ‘Pink Fantasy’, ‘White Fantasy’ y ‘Orange’. Copyright: Grup Roig

Procedente de Suráfrica, el primer geranio llegó a Europa a comienzos del siglo XVIII. Entre las más de 250 especies del género Pelargonium, al que pertenece, solo se comercializan cuatro: el geranio común, Pelargonium zonale, resultado de muchas hibridaciones en las que han intervenido varias especies, como P. hortorum y P. inquinans; la gitanilla o geranio de hiedra, P. peltatum, de porte colgante; el geranio de pensamiento, P. grandiflorum y P. domesticum, el más adecuado para cultivar en interior; y los geranios de olor, un grupo de especies con unas características hojas partidas y rizadas, muy aromáticas, P. capitatum, P. crispum (geranio limón), P. graveolens…

Los geranios florecen más copiosamente si están en una maceta estrecha. En verano, los riegos frecuentes favorecen la floración, pero no se debe encharcar.
Pocas plantas de flor tienen un rendimiento tan extraordinario como el geranio. No demanda excesivas atenciones y no es caprichoso, por eso se adapta a condiciones climáticas y entornos diversos. Es austero con el riego, pero no debe faltarle el sol, clave para que florezca abundantemente durante todo el verano. La falta de luz genera plantas larguiruchas y con escasa floración. Si encuentra las condiciones adecuadas, no para de dar flores desde la primavera hasta el otoño de forma ininterrumpida.

Geranios para el Mediterráneo

Los expertos no dejan de trabajar en busca de cultivares de flores más vistosas y abundantes y crecimiento más vigoroso, a partir de híbridos de Pelargonium zonale y P. peltatum.

El geranio se usa principalmente en contenedor, dado su porte erecto; mientras más estrecha la maceta, más copiosa será la floración. La gitanilla se emplea como planta colgante en balcones, terrazas y ventanas y, en menor grado, en macetas de pie. Los geranios combinan perfectamente con petunias, Bidens, Scaevola y verbenas, entre otras plantas de flor de colores complementarios.

Los productores españoles se centran en obtener variedades idóneas para soportar veranos muy calurosos y secos. Así, Grup Roig, por ejemplo, presenta una línea homogénea de gitanillas de flores dobles compactas, muy ramificadas y equilibradas, precoces y, sobre todo, más fáciles de cultivar: su serie ‘Costa Daurada’. En el caso del Pelargonium zonale, ha desarrollado la serie ‘Costa Brava’, altamente adaptada al clima mediterráneo, y con cultivares de follaje más claro o más oscuro, que contrasta con el intenso color de las flores.

Los cuidados necesarios

El rendimiento de los geranios depende, sobre todo, de los cuidados que reciban, especialmente en los meses más tórridos del año.

• Luz y temperatura. Tanto geranios como gitanillas necesitan luz en abundancia, un mínimo de horas de sol directo al día para asegurar una buena floración. Sin embargo, en las zonas más calurosas pueden necesitar protección, especialmente durante las horas centrales del día. Eso sí, pueden soportar perfectamente altas temperaturas, bien pasados los 30º. En invierno empiezan a sufrir cuando el termómetro baja de los 10º; en los meses más fríos conviene concederles un descanso cesando por completo los riegos. En zonas de heladas conviene protegerlos o llevarlos a cubierto, ya que no resisten temperaturas de menos de 0º.

• Riego. Tanto el geranio como la gitanilla toleran bien cierta sequía —mucho mejor que el exceso de agua—, pero los riegos frecuentes en verano favorecen la producción de flores. Se debe procurar que el agua no se encharque, ya que podrían aparecer hongos que causan podredumbre. Tampoco se deben mojar las hojas y flores al regar. Prefieren una atmósfera más bien seca. Tampoco son exigentes con el sustrato: crecen bien en todo tipo de suelos.

• Abono. Mientras estén en flor, les irá bien recibir abono para plantas de flor, rico en fósforo y potasio, cada 15 días. 

• Poda y limpieza. Reaccionan positivamente a los trabajos de poda y limpieza, otra de las claves de su cultivo. Un recorte vigoroso al final del invierno les conferirá vigor de cara al verano. Conviene incluso limitar su tamaño con podas regulares, y despuntarlos para que emitan brotes laterales y más flores. Lo mismo ocurre con las gitanillas: controlar su crecimiento les permitirá concentrarse en una mayor floración, al igual que pinzar de forma sistemática las hojas secas, flores marchitas y partes muertas, por su punto de unión al tallo.

• Plagas. El mayor enemigo de geranios y gitanillas es la polilla del geranio (Cacyreus marshalli), cuya oruga barrena los tallos y causa la muerte de la planta; se combate con un insecticida sistémico. El calor y la sequedad pueden favorecer la aparición de la araña roja. 

 Información relacionada:

• Las siete plagas de tu jardín, Verde es Vida nº 57, páginas 52-53 (ver en la web)

• Trucos para que la floración dure más, Verde es Vida nº 58, páginas 52-53 (ver en la web)

Reportaje completo nº 58 >> página 34